Este es un cuento que escribimos las dos juntas hace muuucho tiempo, la última vez que la ví, hace un año~
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Mi nombre es Rei, soy un estudiante normal de un colegio común. No soy una persona problemática, así que tampoco suelo tener muchas preocupaciones, pero… Hay algo, un sentimiento, que últimamente me incomoda. Un sentimiento llamado Amor. Tal vez, el problema no sería tan grave si me hubiese enamorado de cualquier chica, alguien de un grado superior, tal vez alguien que no se fijara en mí o que tomara mis miradas de la forma a la que están intencionadas. Pero, de todas las posibilidades que a uno podrían cruzársele por la cabeza, debía ser mi amiga de la infancia, mi mejor amiga. Aunque, desde mi perspectiva, sería obvio enamorarse de alguien como ella. Tan dulce, tan cariñosa, tan alegre… Tan solo una palabra bastaría para describirla: “Perfecta”. Pero, como siempre se dice y se seguirá diciendo, nadie es o será perfecto. El defecto de mi amada es sólo uno: su ingenuidad. No importa como se lo plantee o de que manera la mire, para ella va a seguir siendo una relación de amigos, y ni se atrevería a sospechar de mi conducta.
Nos conocimos cuando éramos muy pequeños, a la joven edad de 5 años. A mi padre lo habían ascendido y desde hace tiempo venía pensando en mudarse a un barrio mejor. Entonces la conocí. Ni siquiera habíamos terminado de desempacar, así que no nos habíamos presentado a los vecinos todavía. Recuerdo bien aquel momento. Yo estaba sentado en el patio de adelante, entre las cajas de la mudanza, mirando como crecía el pasto, cuando escuché una alegre voz decirme: “Hola, ¿Sos nuevo?”
Era una niña rubia, con unos hermosos ojos color miel, también recuerdo que ella llevaba un vestido rosa, con un moño a la altura de la cintura. No hablé, tan sólo asentí con la cabeza.
“Hm, ¿Cuál es tu nombre? El mío es Kate”
“Rei”
Es lo único que salió de mis labios en ese momento. Supongo que estaba un poco desconcertado por la actitud de ella.
“Bien, entonces, Rei ¿Querés venir a jugar conmigo?”
Tardé un rato, pero luego asentí con la cabeza y ella me tomó de la mano y me llevó a su jardín, donde pasaríamos la tarde de aquel día y, que luego se convertiría en la cede de varios sucesos inolvidables.
El timbre de la casa suena con pitidos interminables. No es muy temprano, pero me gustaría seguir durmiendo, luego de una semana de exámenes. Lo pienso no más de 10 segundos antes de comenzar a vestirme, siempre con el timbre sonando, como si el individuo se hubiese pegado a este. Pero esa es justamente la señal que me indicó que me levantara, porque la única persona que haría algo como esto es ella. Termino de vestirme y bajo, abriendo la puerta, ilusionado por la idea de quien está del otro lado. La veo allí, parada, saludándome con una cara de encaprichada.
—Ah, Kate, Buenos días.
— Tarde.
Silencio. Más silencio, y su cara de encaprichada no parece querer irse hasta que yo presente mis disculpas. Pongo cara de rendido, diciéndole lo que ella tanto quiere escuchar.
— ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
Una sonrisa instantáneamente se forma en su cara, y pone su típica posición que indica el haber salido triunfante.
— Entonces llevame a patinar.
Esa no me la esperaba. Nunca la había escuchado hablar sobre eso, ¿qué es, su nuevo hobby?
—Okay, vamos, subí a la bici.
Ella comienza a dar saltitos de felicidad y se sube detrás de mí, abrazándome cariñosamente. Tal vez sea sólo por estas pequeñas cosas que yo soy capaz de seguir estando a su lado, a pesar de que ella no se dé cuenta de lo que yo siento. Fuimos al parque de esa forma, con ella abrazada a mí, recuerdo que al principio se habían formado rumores debido a su conducta, pero luego se dieron cuenta de que no era así.
Terminamos el corto trayecto, el cual podríamos haber hecho fácilmente caminando, pero ella tiene su propio capricho con que la lleve en bici. Esta vez ella fue quien pidió los patines, en seguida se puso los suyos y comenzó a dar vueltas alrededor mío, mientras yo todavía sigo luchando contra ellos. Una vez finalizada mi lucha, me levanto e intento seguirla, pero, como era predecible, a los pocos pasos tropiezo y caigo de cara al suelo. Otra vez, ella comienza a revolotear alrededor mío, y luego se detiene para tomarme de la mano y ayudarme a levantarme. Ella se pasó la tarde intentando enseñarme a patinar a un nivel decente y, aunque sus intentos fueron en vano y radicaron en varios tropezones, ella está feliz con eso. Y si ella lo está, entonces yo también, a pesar de que su felicidad es tan sólo por haber pasado “un buen rato con un amigo”.
Volvimos como fuimos, la dejé en su casa, con un abrazo y un beso en la mejilla como despedida, entonces caminé, llevando la bicicleta al lado mío, hacia mi casa, mientras la podía escuchar cantando alegremente mientras abría la puerta de la suya.
El lunes, me desperté como siempre, me vestí lo más rápido posible y cuando estaba por agarrar el picaporte se escucha el timbre. Suspiro, abro la puerta y escucho, por vez mil, su quejido caprichoso de “Tarde”. ¿Su capricho? Ir caminando al colegio. Caminando, de repente un grupo de chicas de mi curso se acercan y distancian un poco a Kate de mí. Como si no pudiese escucharlas, murmuran cosas como “¿Y no te gusta?” o “Ay, pero si se ven tiernos juntos”. Al comienzo (porque no es la primera vez que pasa) me sonrojaba al escuchar ese tipo de preguntas, y me deprimía al escuchar el “Si sólo somos amigos” de Kate. Ahora es más una rutina y, si bien no podría decir que me da igual, tampoco es tanto como antes. Sin embargo, Kate esta vez se limitó a no responder y, como estamos llegando tarde, se apuro en venir conmigo y seguimos el trayecto hacia el colegio sin ningún inconveniente.
En clases de filosofía, cuando casi todo el mundo estaba durmiendo (yo siendo la excepción), decidí dar un vistazo a Kate, que parecía estar siendo molestada por sus compañeras respecto a lo que ocurrió esta mañana. Hoy se le nota un poco extraña, porque, a pesar de que intentaba dar la misma respuesta de siempre, parece estar un poco atacada frente a lo que el resto pueda decir. Entonces, Kate de repente mira hacia mi lado y… Ah! Acabo de ser descubierto! Intento esconder el tinte rojo de mis mejillas apartando la cabeza y subiendo el cuello del buzo, entonces simulo tener un poco de frío(estrategia fallida, considerando que nos encontramos en plena primavera). No llegué a ver su reacción, pero puede que esté sorprendida… O quizás no. Quizás, ella sigue siendo tan ingenua como siempre y no es capaz de darse cuenta. Tal vez es mejor apostarle a la última opción, no me gustaría saber su reacción si sospecha de mí.
Pasaron varios días con la misma rutina de siempre, que no había cambiado mucho, excepto porque intercambiamos algunas miradas, y dejé de escuchar(y, curiosamente, extraño) su “Tarde” y el castigo que vendría después, y hoy ya es sábado. Tuve el tiempo suficiente como para despertarme y prepararme correctamente, esperando que ella apareciese en la puerta de mi casa. Desde eso ya fueron dos horas, y me comienza a preocupar el hecho de que no venga… Pero tal vez quedaría demasiado evidente ir a buscarla, o tal vez me diría que todavía no era hora. No quiero esperarla. Decido salir y, en cuanto salgo de mi casa, veo sentada al lado del marco de la puerta a la muchacha rubia, que me mira y me dice “Tarde”, pero no de la forma que lo suele hacer, sino de una forma mas cariñosa y más dulce, con una sonrisa algo melancólica en su rostro. Me tiende la mano para que la ayude a levantarse, y ella propone el castigo de ir a un lugar que descubrió esta semana, y comienza a hablar como de costumbre, de la odisea que tuvo que hacer para encontrarlo. Como siempre, nos sentamos ambos en la bici, sin embargo, algo se sintió diferente cuando ella rodeó mi cintura con sus brazos.
Esta vez el viaje fue mucho más largo, o al menos eso pareció, tal vez porque lo único que se escuchaba era a Kate dando direcciones para llegar al supuesto “paraíso” que decía haber encontrado. Paramos al llegar a una pequeña colina, en la cual había varias flores, algunos arbustos, un par de arboles recién plantados, pero en su centro se encontraba un antiguo cerezo, que todavía no presenta flores, pero no deja de ser un hermoso espectáculo. Cualquiera diría que no es un lugar tan especial y admito que no lo sería si Kate no estuviese a mi lado, pero… Aquel lugar, por alguna razón, parece encajar perfectamente con ella, y hace que la vista de ella con un vestido tan delicado como el que lleva hoy, se vuelva todavía más agradable de lo que es normalmente. Ella está mirándome, con una mirada decidida, y sus dorados cabellos son llevados por el viento.
Ella se dirige hacia el árbol, siempre con pasos gráciles y yo, como siempre, la acompaño. Entonces, se detiene. Me hace un gesto como mostrándome el paisaje, para luego sonreír y apoyar suavemente su espalda contra el tronco del cerezo. Iba a seguirla, pero ella realiza otro gesto, indicándome que me siente.
—Hermoso, verdad?— Me dice con una mirada algo melancólica— Al principio… Al principio, cuando éramos pequeños, era como un juego, después, se convirtió en una amistad y, a pesar de que muchos me decían de todo, no me interesaba, porque era divertido estar con vos, yendo a lugares que debería haber ido con mi novio, sin embargo, nunca me conseguí uno. No tenía idea del por qué, solo… Me decía a mi misma que entonces me tendría que distanciar de vos e íbamos a dejar de estar juntos y… eso es lo que menos quería. No, quiero. Al comienzo, me dije a mi misma que debía ser porque me había acostumbrado a tu presencia, pero, mirando hacia atrás, eso debió haber sido una excusa que yo misma me dije porque no me quería dar cuenta de que…De que estoy enamorada de vos.
No puedo creerlo. Simplemente no lo puedo creer. Significa, entonces, que en todos aquellos momentos que pasamos juntos, yo no era el único que se sentía en una cita? Significa, entonces, que yo me convertí en algo tan preciado para ella, como lo es ella para mí? Pero no debería quedarme sin hacer nada. Su expresión me indica su preocupación por si yo voy a ser capaz de aceptarla o no. Decididamente, me levanto y me le acerco suavemente, hasta que casi no existe la distancia entre nosotros y murmuro “Te amo”, con la voz más cariñosa que me es posible, para obtener una respuesta llena de dulzura” Yo también te amo”, la estrecho dulcemente en mis brazos antes de presionar mis labios contra los suyos, y sentir la calidez de sus brazos alrededor de mi cuello.