Capítulo 14
Lizzie
¿Q-qué es esto…? A veces, hermanita, me dan
ganas de matarte… y esta es una de esas veces. Por qué tenía que ser un café
Maid… por otro lado, no es que el otro pendejo se vea del todo mal, tampoco…
¡Lizzie! ¡Es el PENDEJO! Este es tu cumpleaños (y el de Mii) así que dejá de
pensar en eso.
—¿Y ahora?
Intentándole hacer notar a Mii lo vergonzoso
del asunto, le dedico una mirada asesina. Para qué, si seguro ella sabe lo
difícil que es para mí vestir así.
—Hm… —Pone cara de estar pensando, pero
después de la idea de ponerme un vestido así, dudo que pueda hacerlo. Ay, Onee…
te mataría. —¡Ah, eso! Deberíamos hacer publicidad, ¿No? Después de todo, es
nuestro primer día.
Claro, publicidad. Porque yo voy a ir por las
calles de Maid, sonriendo y repartiendo panfletos. En tus sueños. La imagen en
sí ya es escalofriante… Aparte, ¿Y darle una razón para reírse a los intrusos?
Ajá, claro.
—Esta que la hago. —Mi tono es el agresivo de
siempre, cosa a la que ella parece estar totalmente acostumbrada.
Suspira, sabiendo que discutir conmigo es
como hablarle a una pared. Okay, nada más el noventa por ciento de las veces. A
veces me pone cara de cachorro, y bueno… ¿Qué le puedo hacer? Es demasiado
tierna. ¡Ah, ese no es el punto!
—Supongo que podés quedarte, si sos la
cocinera… —Habla en voz baja, un poco decepcionada… perdón, hermanita, pero la
vergüenza me puede antes que cualquier cosa. —Igual yo me tengo que ir.
¡¿Eh?! ¡No me voy a quedar con la otra tropa!
Las mellizas se ven un poquito raras, la puta no me cae, y el pendejo… me da
escalofríos. ¡No seás así! Se lo quiero gritar, pero le prometí no decir nada
por ser nuestro cumpleaños…¡AH! Esto es una mierda. Me voy a dejar el alma con
todo esto. Y ella va a ser quien las pague.
—Entonces la acompaño, Ohime-sama.
¿Sos tarada? Ni creas que te va a dejar que
la acompañés. No, pará un cacho, si Mii la rechaza… entonces me toca a mí, ¿No?
Da igual, es más importante mantenerla apartada de mi nena… y la boluda se va a
dejar poner una mano encima, y, y… Mierda.
—M-muchas gracias. —Sí, vos sonreí nomás.
Esos ojitos verdes… y ese tartamudeo. No podés ocultar nada, ni en lo más
mínimo. Sos así.
Las gemelas también asienten, y se acercan a
las otras dos tomadas de la mano. Un cacho… o sea que me quedo con…
—Ah, entonces me quedo sola… ¿No? —Lo digo
intentando sonar un poco más segura de lo que estoy, pero dudo que eso se
refleje mucho. Me atrevo a decir que hasta soné un poco tímida. Todos me miran
como si estuviese diciendo algo ridículo. —Ché, pero, ¿Entonces me quedo con
est-… digo, con Luka?
Mi
cara de cordero degollado no parece afectar a Mii. De hecho, esto parece ser a
propósito. ¿Qué estás tramando, hermanita? No recuerdo haberme olvidado de
nada… Así que no hay razón para ser castigada de esta forma. ¿Son los celos? Si
es por eso, entonces debería devolvérsela alguna vez.
—Es que… tampoco te vamos a dejar sola. Onee
puede llegar a ser un peligro andante. —Gracias por tu confianza, siempre es
apreciada. Era sarcasmo, por si las dudas. —Y… no creo que Luka tenga problemas
en acompañarte.
Lo mira de una forma bastante… poco amigable,
como poco. Decí que no querés. Porfa. Te doy lo que quieras. Lo miro para
convencerlo de que se vaya, pero me devuelve la mirada con una sonrisa. Ya
está, no hay caso.
—Obvio que no, si se trata de Ojou-sama. —Le
sonríe a mi princesa tan falsamente como puede, haciéndose el inocente.
Ojou-sama las pelotas. Sé que yo misma le
dije que me llamara así, pero ahora trae malos recuerdos. Muy. No quiero saber
qué puede pasar si me dejan sola con este desubicado… por suerte, la fuerza
está de mi lado. En todo caso, hay ollas y sartenes, ¿No? Sino, para qué estan.
—Ah, entonces te la encargo. —Le sonríe tan
falsamente como él hizo con ella, y me dedica una a mí también. Pero esta sonrisa
más bien dice “¡Suerte! Te pasa por joderme” o algo así. Es jodida cuando se
enoja, eh… —¡Ittekimasu!
Tranquilamente, como quien no quiere la cosa,
marcha en frente de las otras tres. Y ahí desaparecen por la puerta…
Me giro a verlo con la mejor cara de orto. El
lado bueno es… Ahora que ella no está, perdiste. Puedo decirte lo que se me
canta. Cabe.
Pero me encuentro con su sonrisa. ¿Y ahora…
No me digas que se va a hacer el canchero. Ahora que lo pienso… Onee dijo algo
de que me amaba. Pfft, séh, claro, y a mí me encanta el naranja. Dale.
—Dejá de apoyarte en la mesa poniendo cara de
boludo. Andá a preparar alguna que otra mesa, a ver si todavía viene alguien.
Me doy vuelta, dispuesta a ir a la cocina,
pero él me silba. Lo mato, lo mato, lo—
—Estaba disfrutando la vista.
La vista la vas a disfrutar cuando te golpee
contra el suelo, tarado. Sabía que no tenía que ponerme un vestido como este,
por más que ella insistiese…
—Entonces vas a disfrutar cuando te ponga una
sartén por la cabeza, ¿No?
Este tipo me saca. No sé por qué. Y eso que
es el… ¿Tercer día? Que nos conocemos. Hay que ser… sé que no soy la más tierna
ni paciente, pero este chabón es especial. En el mal sentido, obviamente.
—Uh, pero qué mala. —Se hace el travieso con
otra de sus tantas sonrisas. Ahora que lo pienso… tiene muchas sonrisas
distintas… ¡¿Y eso a mí que me importa?! —¿Por qué tanta bronca?
Esto… porque… eso, ¿Por qué lo odio? Ah, sí,
ya me acordé.
—Sos arrogante, pesado, molesto, y me
choreaste un par de besos. ¿Qué te parece?
El pone, obviamente en joda, cara de estar
pensando. No es como si él pudiese pensar, de todas formas… después de un rato,
pone una cara algo… ¿Seria? No estoy segura…
—¿Y si te digo que es porque te
quiero?
Antes de que dé un paso hasta mí, respondo,
un poco… muy sorprendida.
—No te creo.
Quiero decir… dale, tres días. Apenas sabe
esto y aquello… y no creo en el amor a primera vista. Segundo, se supone que,
si fuese cierto, sería amable y tierno. Dudo que una persona intente atraer a
otra insultándola. Síp, no tiene sentido.
Por un segundo… por un solo segundo, pone
cara de afligido, pero no tarda en volver a su expresión usual.
—Qué mala Ojou-sama que tengo.
—Malísima.
Me voy a la cocina a paso largo, y me resulta
raro que no me haya seguido. ¿Qué… Ni importa. Por ahí, en una de esas, se le
dio por hacerme caso.
—¿Y ahora?
Miro todos los utensillos, pero no sé qué se
supone que haga. Por más cocinera que sea, no tengo que cocinar hasta que me lo
pidan. ¿Practicar? Nop, no tengo ganas.
—Podrías no hacer nada.
Como si fueras mi conciencia. Juro que sería
capaz de ponerme a hacer algo sólo para llevarle la contra. Con un suspiro, me
apoyo contra la mesada, admitiendo mi derrota. Y es que, Lizzie, ¿qué hay para
hacer cuando tu hermana no está al lado tuyo? Nunca me lo había puesto a
pensar, pero… siempre estoy pendiente de lo que ella hace, no es cosa de
sorprenderse que no sepa qué hacer en un momento así.
Y este no ayuda.
—¿Me queda otra? —rezongo, por primera vez
haciéndole caso.
Ay, nena… si supieras. Colgada de mierda.
Deberías haberte quedado… no quiero pensar en lo que están haciendo. Porque
putas hay muchas, y con esa cerca…
—¡Carajo! —sin darme cuenta, lo grito;
dejando al mago con cara de “¿Y esta qué?” pero qué querés que te diga, nene,
jodete.
—Qué carácter—dice mientras me ve ir a los
casilleros, sin saber para dónde disparar; sin saber qué se supone que tengo
que sentir.
Qué estarás haciendo, hermanita…
Que hermoso!!!
ResponderEliminarhace tanto extrañaba leer nuestra historia mañana sin falta publico mi capitulo... TE AMO!!