Capítulo 10
Lizzie
Mi sonrisa irónica, en este momento, debe estar yendo de lado a lado. Así que estas teníamos, querida hermanita. Apreto mis puños fuertemente, y les dedico una mirada asesina.
—Mirá vos… ¿Alguien acá me va a decir que esto no es lo que parece?
Me les acerco y miro acusadoramente a… Hermana… ¿Por qué… no me dijiste?
—Ehm… Esto… Hermana…
Se sonroja a más poder, y habla en tono bajo, tímido, como si fuese una nena a la que la agarraron haciendo una macana… Aún así, cuando abro la boca para darle un buen sermón, se mete la vampiresa de por medio. ¿Y vos qué querés, puuutaaa?
—Fui yo… Así que, por favor, no le digas nada…
Ah, cómo me calienta esta gente. Claro, primero te intentás comer a mi hermanita, y ahora tengo que perdonarte. Si supiesen las ganas de matarla que tengo en este momento… La agarraría, la zarandearía, le daría una buena—
—Hermana… ¿Estás llorando?
Ella me mira preocupada, como si no se lo hubiese esperado. No me pongás cara de perrito, no necesito la compasión de nadie. Ahora andate con ella.
—Séh, claro. Yo no lloro por pelotudeces. —Y, aún así, se que tengo la cara llena de lágrimas. No sé. No me gusta. Simplemente no me gusta verla con otra persona. Y, más allá de eso… Ni siquiera me lo dijo. Es una tonta. — Bueno, ya que están tan ocupadas, las dejo. Y vos —Señalo a la vampiresa puta, intentando parecer amenazadora, pero apuesto a que, con la voz quebrada, y la cara roja como ahora, es intento fallido. Puta madre… —Tené cuidado. Sos una hija de puta.
Me doy vuelta, salgo corriendo y, a pesar de que escucho a Mii llamándome, no le doy bola. Es estúpido, tal vez, sentirme así. Pero me da celos. Nunca llegué a pensar que alguien se le acercaría de esa forma a ella… Siempre fue mi hermana. Mía, y sólo mía. De repente, me choco contra algo. Genial, y ahora qué mierda se necesita para—
—¿Así que vos también llorás?
Ah, pero este mago de la concha de la lora… ¿Por qué en este momento? No quiero que nadie me refriegue nada por la cara. Juro que me llega a decir algo y le encajo un sopapo de los buenos.
—No te interesa, gil. Y qué te metés en mi camino, pelotudo.
Vuelvo a sacar pecho, cosa de quedar un poco más intimidante, y le tiro las primeras palabras que se me vienen a la mente. Pero es que no me sale otra cosa. Sólo ver su cara hace que me dé una bronca…
—Yo no me metí en ningún lado. Yo taba acá, en el salón tranquilito. Vos te fuiste corriendo, y ahora volviste corriendo. Así que no insultés.
Cuando me fijo, es cierto, me encuentro en el gran salón circular. Ah, mierda. No estoy de humor. Esta te la dejo pasar, puto. Intento moverme hacia la izquierda para poder esquivarlo, pero el me bloqueo. Me muevo a la izquierda, pero él también me imita esta vez.
—¿Y ahora qué mierda—
—Contame, ¿Qué pasó?
Me toma por la barbilla, como si quisiese mirarme más de cerca… Me lo sacaría de encima, pero sinceramente, ni fuerzas tengo. ¿Por qué me mirás así? Pareciese como si realmente quisieses saberlo. No te pongas serio ahora, la puta, que así no te puedo mandar a la mierda.
—¿Por qué querrías saber?
—Después de todo, ¿No sos mi “Ojou-sama”? —Me mira traviesamente, como burlándose. Así que esas teníamos. ¿Tu? ¿TU? En. Tus. Sueños. Y claro, ahora sí usa el Ojou-sama… —¿Qué? ¿Qué es esa carita?
—Te falta Cindor como para decirme que soy tuya.
Lo saco de la mano de mi barbilla, y lo tomo por el cuello de la camisa, pero se ríe. Pero qué pendejo más alegre… Me pregunto si le dolerá más mi puño o la pared.
—¿Ah, sí? Creí que con toda la histeria que me hiciste con tu primer beso, ibas a querer que tome responsabilidad en el asunto.
Me habla como si fuese una nenita, ¿Quién se cree que es? ¡Ese b-be-bes… lo que sea, no significó nada! De todas formas, nunca fui del tipo que esperaba que sea un cuento de hadas. Yo soy así, no necesito chicos para ser felíz. Eso, Lizzie, eso.
—Gracias, pero no. Podés meterte la responsabilidad por donde no te da el sol. —Hay algo en su mirada que no me gusta. Para nada. Es… gentil. Nah, debo estar equivocada. ¿Este tipo, gentil? Ni ahí. —¿Qué es esa cara?
—Dejaste de llorar.
Me abraza… ¡De la nada! Soltame, soltame, ¡SOLTAME! Y encima no me salen las palabras… Puta… Trago un poco de saliva, y pienso en qué le puedo decir.
—¿Y qué tiene que ver?
—Era el objetivo. —Se ríe un poco por lo bajo, pero, por alguna razón, eso no me disgusta. Si será… Eso de que quería que pare de llorar, no se la cree ni él. Ni ÉL. — ¿Y? ¿No me vas a hacer bochinche porque te abracé? ¿O es que estás muy cómoda?
Ah, mierda… no sé qué decirle.Bueno, no lo puedo negar… que cuando empecé a hablar con él me olvidé de todo. Y tampoco puedo negar, que se siente bien ser abrazada así… ¡¿A dónde se fue tu orgullo, Lizzie?! Lo aparto de un sopetón, y lo miro de manera arrogante.
—¿Así te gusta más?
Le respondo con aire de superioridad. ¡Quién se cree! ¡La única que me puede abrazaar así es… Ay, no, no otra vez. En cuanto me doy cuenta, ya estoy llorando de vuelta. Lágrimas de mierda. ¡¿Por qué me tocó a mí ser la llorona acá?!
—Otra vez. Sos un caso.
Se me vuelve a acercar, pero cuando lo intento apartar, me toma ambas manos y me besa… ¡Otra vez en la misma! Me lo saco de encima, pero no me sale una mirada de reproche como antes.
—Te odio.
Él, satisfecho, me sonríe. Ajá, hijo de puta. Te tengo en la mira. En la lista negra. En —
—No me resistí, te veías tierna.
Y ahora la que se ríe soy yo. ¡A dónde la viste! No es así. No soy linda. Chamuyero. Eso, es un simple, y tarado, chamuyero.
—Perdón, hermana… Yo…
Ah… Mierda. Y más mierda. Esa voz la conozco de memoria. Mii… ¿Vio eso? ¿Vio… el beso?
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~
Ah, el amor está en el aire XD. Pero bueno, ché, acá es primavera~ Qué bonito >w< Aunque había que matarlo a este Luka ¬¬ Ayy, mi pobre e inocente Lizzie T^T Le va a pudrir la mente. Y qué raro de mi parte escribir el cap tan rápido XD pero bueno, quería escribirlo antes de ir a Jujuy ;3
Nota para Nee-chan: Para el próximo cap, tomá en cuenta que Mii los encontró justo cuando Luka besa a Lizzie. Y que conste en actas, que yo reaccioné de la misma manera cuando me enteré de que estabas de novia, y yo era la única pelotuda que no sabía - . -