Sí te quedaste con la intriga de porque los mataron.... vas a tener que esperar a la próxima historia de Sam.
jajajaja amo la intriga. jiji Perdón es que si no le dejo esa intriga no tiene mucho sentido.
Como el Rojo de un Vestido (1982)
Historia de Samanta
Eran
como las diez de la mañana, las ventanas estaban abiertas de par en par,
provocando, así, que la luz bañara la gran habitación.
La
niña de casi 10 años que dormía entre las mullidas colchas. Despertó, pegando
un gran salto de alegría, ya que ese día era su cumpleaños.
Una vez lista bajo corriendo las escaleras. Al
llegar a la habitación de sus padres, se lanzó sobre la cama, gritando:
-¡Buen
día!-
Al
sentir húmedo en la cara se levantó un poco y al ver mejor la escena se quedó
inmóvil. Ni siquiera las lágrimas salieron…
Semanas antes:
Caminaba
por el parque como de costumbre. Le encantaba ver las rosas que crecían en el
jardín, sólo había de un solo color, pero a ella le encantaban. Azul, un azul tan
profundo que cualquiera sería atrapado por su inmensidad. De repente.
-¡Mi
amor, Samanta!- La voz de su madre la hacía sonreír. Corría entre los rosales
rasgando sus medias y ensuciando sus zapatos, pero no le importaba ya que cuanto
más rápido llegara a los brazos de su madre, más feliz estaría.
-¡Madre!-
Grito antes de lanzase en sus brazos. La mujer rubia de ojos azules rio.
-Jamás
cambiaras hija- Apartó un poco a su hija para ver cómo había quedado su ropa -Hija-
Dijo entre risas -¿A qué se debe esta pinta?-
La
niña se observó con determinación. Estaba muy sucia, hasta su vestido rojo
lleno de volantes había quedado marrón. Se sonrojo.
-Lo,
lo ciento madre- Miró hacía el piso, apenada, pero enseguida sintió una mano dulce
sobre su cabeza. Sonrió.
-Bueno,
amor ven que te vestiré. Saldremos un rato- La mujer de rostro perfecto, sonrió.
-Sí,
madre- Tomó su mano. Ambas entraron en la casa.
Aquella
casa era muy grande, demasiado para sólo tres personas. Sus puertas (como toda
casa de esa época) median más de dos metros y estaba llenas de tallados muy
elaborados.
Comenzaron
a subir las escaleras, las cuales eran de color blanco perla. Luego de
atravesar un gran pasillo (lleno de puertas) llegaron a la habitación de la
pequeña.
La
niña se sentó en su cama ya en lencería.
-Madre,
¿Cuándo podre usar corsé?- Y ella miró a su madre, que estaba revisando el gran
armario.
-Aun
no mi niña, eres muy joven y te lastimaría- Dijo tranquila y dulce. La pequeña
castaña se desilusionó.
La
mujer se acercó a ella con un vestido corto (hasta las rodillas) color rojo y
un gran moño blanco. Solía usar vestidos rojos así que le pareció muy buen idea.
Al estar completamente cambiada se fueron a la plaza. A aquella que le gustaba
mucho a Sam, porque una vez hace no mucho tiempo en el centro de esa plaza ella
había visto la belleza del mundo.
Cuando
llegaron se dirigieron al mercado. Había mucho que comprar hoy vendrían
invitados. El mercado estaba repleto de frutas, verduras, leche fresca. Cualquiera
que tenga un poco de plata se haría un festín de lo más delicioso.
Las
compras duraron lo suficiente como para generar el hambre en las dos, así que
volvieron para poder comer algo.
Luego
de almorzar, las horas de espera esta que los invitados por fin llegaron fueron
casi palpables por la lentitud que prestaron. Las mujeres que cruzaron la puerta
principal eran las tías de Sam, las cuales parecían venir por el cumpleaños de la
niña. El que sería dentro de dos semanas.
Eran
amigables y graciosas, pero no se podían ganar la confianza de Sam, quien no
había hablado desde la llegada de las extravagantes señoras. Pasaban todo el día
con ellas y las ayudaban en todo.
-Bueno,
nena- Dijo la más gorda de las mujeres-Tú cumpleaños será mañana ¿Qué vas a hacer?-
La miró atenta, pero Sam solo le devolvió la mirada.
-Esta
niña es muda ¿No Caterina?- Dijeron las tías de Sam simultáneamente.
-Sí,
he aprendido a entenderla con los años- Dijo Caterina sonriéndole a Sam.
Habían
aprendido a ser cómplices de todo, ya que pasaban la mayoría del día solas.
-Hola
familia- Dijo el padre de Sam al entrar en la sala de estar. Sam corrió a él y
lo abrazo-Hola mi amor ¿Qué tal tú día?- Preguntó con voz melodiosa.
Ella
asintió en señal de que había estado todo bien.
Todos
se sentaron a la mesa. Una vez terminaron de comer Caterina llevo a acostar a
Sam.
-Mamí,
no confió en esas mujeres- Dijo mientras su madre le colocaba la piyama.
-¿Por
qué desconfías de tus tías?- Preguntó muy serena. No le molestaba en lo absoluto
le que su hija le planteaba.
-Porque
son muy cuidadosas cuando hablan y siempre ríen nerviosas- Dijo la niña acurrucándose
en la cama.
-¿Tú
sola notaste todo eso?- Estaba sorprendida por todo la que du hija había
descubierto sola.
-Tengan
cuidado, mami. No quiero que les hagan daño- Abrazó a su madre y la besó en la
mejilla. No pudo evitar despedirse disimuladamente-Te amo mucho mami, que
tengas buenas noches ¿Podrías darle muchos besos a papi de mí parte?- Caterina
la volvió a recostar y con un beso en la frente le dijo que sí, luego se retiró
sin decir palabra. Entendía lo que su hija pensaba, pero se encargaría de que
su despedida allá sido en vano.
La
niña no podía dormir estaba nerviosa y tenía mucho miedo. Se sentó en la cama
pero era en vano no podía escuchar que se hacía abajo y tampoco dormir.
Las
horas pasaron y con un poco de esfuerzo la durmieron.
El medio día de su
cumpleaños
-¡Señor
en la casa había una niña!- Gritó un policía mientras salía de la gran casa con
la niña en brazos.
-¿Una
niña?- Preguntó un hombre bigotudo-¿Y esta quién es?- Volvió a preguntar, pero
esta vez lo hiso al par de gordas mujeres que tenían en el auto.
-Es
nuestra sobrina- Contestó la hermana más gorda ya que la otra lloraba a mares.
-¿Dejaron
a una niña huérfana? Malditas hijas…- Estaba por maldecir, pero él joven que
llevaba a la niña lo interrumpió.
-Sí
señor, una niña pequeña- Dijo algo triste.
El
comandante serró la puerta con fuerza.
-Me
las vigilan- Gritó a los demás policías. Se volteó y al verla se espantó ya que
estaba llena de sangre.
Miró
al joven junto a ella.
-Vio
señor- Resaltó.
-¿Dónde
estaba?- Preguntó el comandante.
-En
el baño de la habitación de las víctimas- Exclamó.
-Hola
nena- Dijo agachándose para verla mejor-Necesitó…- Sam lo interrumpió diciendo
sería, pero estaba muy asustada:
-Mi
nombre es Samanta Meins, tengo hoy diez años de edad- Respiro profundo y lo miró
asustada.
-Muy
bien. Vendrás conmigo, te voy a llevar al mejor lugar que conozco- Y le sonrió.
Ella no estaba acostumbrada a tratar con extraños, pero ahora todos lo serían, debía
cambiar.
Varios
kilómetros después llegaron a un gran edificio.
-Aquí
es ¿Te gusta?- Preguntó el hombre.
Ella
miró atentamente el lugar y sí le agradaba.
-Sí-
Contestó cortante.
El
comandante la bajo y la llevó adentro del gran palacete. Una señora muy bonita
se acercó al verlos entrar.
-¿En
que lo puedo ayudar?- Cuando se acercó a ellos noto como estaba Sam-¡Dios mío!-
Gritó la monja-¿Qué le ocurrió a esta pequeña, oficial?-
-Hace
unos minutos la encontramos en una casa de ricachones, mataron a sus padres-
Dijo él.
A
Sam le dolió tanto escucharlo que sintió que su corazón se paraba por unos
minutos.
-Se
quedara aquí, tranquilo yo me encargo de hablar con la madre superiora. Vuelva
a su trabajo-Exclamó la mujer tomando a Sam de la mano.
-Muchas
gracias. Chau nena- Dijo antes de retirarse.
-¿Tú
nombre, pequeña?- Preguntó la señora.
-Samanta-
Exclamó sería.
-Bienvenida Samanta- y le dedicó una sonrisa muy cálida. "Un viaje sin olvido" Para mañana, historia de Alex ^^
Te amo mucho onne!!
Mio
No hay comentarios:
Publicar un comentario