Lo mejor del mundo

sábado, 16 de marzo de 2013

Faltan 32 días!!!!!

Hola onee!!!!!! falta un mes para tu cumpleaños y yo, con estas entradas, voy a intentar que pasen rápido!!!
Durante este mes voy a publicar (por día) una historia "corta" de alguno de mis personajes de Él.
Las historias están ordenadas por fecha (para que sepas todo por orden).
La primera historia es de Genevieve y como se hace mala. Me encariñe mucho con ella escribiendo esto, espero que te pase lo mismo. TE AMO!!!


¡Es una Bruja! (1774)
Historia de Genevieve
En el siglo XVIII la vida era alegre. Por las noches cada aristócrata realizaba un gran baile, de día las mujeres disfrutaban largas caminatas por el mercado y una vez al mes en el amplio jardín de las rosas (como muchos lo llamaban) se realizaba un gran picnic.
-¡Genevieve, mira!- Gritó una mujer sentada en un gigantesco trono.
Una mujer bajita, de pelo negro y piel trigueña, se asomó entre las sombras.
-Sí, mi señora- Dijo realizando una reverencia.
-Geni, te dije mil veces que no me trataras con tanta formalidad, somos amigas- Su voz sonaba alegre y sincera.
-Lo siento, Carol. Aun, no me acostumbro- Dijo mientras se escondía entre sus hombros.
De repente por la puerta principal se asomó un hombre alto, con tez blanca y ojos amarillos. La mujer bajita se enrojeció y por sus pensamientos pasaron miles de fantasías, que le hubieran encantado realizar, pero él…
-¡Edward!- Grito alegremente la mujer que estaba acurrucada en el trono.
La morena los veía tan iguales, siempre sospecho que fueran hermanos.
-Buenos días Geni- Y sonreía de una manera que ella no podía soportar, lo amaba tanto, que…
-Buenos días- Sonrió tímidamente.
Siempre había soñado con escapar junto al hombre que amaba, pero eso nunca sería posible haci que decidió…
-Carol, Edward, debo decirles que necesito ir a la tierra, por un tiempo- Los dos reyes la miraron extrañados y tristes.
La mujer de ojos amarillos, corrió a abrazarla.
-No te vallas, Geni, te necesito- Lloraba en los brazos de Geni, porque realmente la quería con toda su alma, pero en el fondo sabia (y no admitía) que su tan querida amiga amaba a su hermano y marido, y le dolía porque iba contra las reglas, pero si no hubiera sido haci se lo hubiera entregado con el mayor de los gustos.
-Carol, no llores, solo será por un tiempo no me iré por siempre- Su voz temblaba y sus ojos marrones se llenaban de lágrimas, tal vez solo tal vez lloraba por tristeza. Lo admitía no quería irse era su amiga había confiado en ella, pero sus celos le dolían más porque no quería sentir algo tan horrible y menos hacia su salvadora, por eso debía irse lejos por un tiempo.
-No, no, no por favor quiero que me ayudes a criar a los niños- Al mismo tiempo en que ella soltó su gran verdad a Geni se le paro el corazón por unos segundos (o por lo menos eso sintió ella) no sabía que decirle para convencerla ahora porque no podía dejarla sola con una situación haci, pero…
-Chicas, por favor, no lloren- Dijo aquel hombre que volvía loca a ambas con solo una mirada, mientras se acercaba a la ellas-Porque no hacemos esto, Geni se ira por nueve meses, haci yo podre tenerte solo para mí y ella podrá pensar en todo lo que quiera, en la tierra- Y las abraza, con un cariño que solo ellas disfrutan.
Ambas asintieron y rápidamente Geni corrió a juntar sus cosas.
-¿Estás seguro? tú eres el que más mal se lo está tomando- Dijo aun entre sollozos, Carol.
-Sí, pero quiero que me olvide porque jamás voy a poder corresponderle con tales sentimientos ya que me enamore perdidamente de ti- Le dice mientras le seca las lágrimas.
-Mi amor ¿Podrías hacerme un favor?- Pregunta acercándose a su rostro.
-Lo que me pidas será tuyo- La besa.
-Quiero que la despidas como a ella le gustaría, quiero poder hacerla feliz tan solo una vez, quiero recompensarla por todo los caprichos que tuvo que cumplir y sobre todo me gustaría que por una vez ella tenga lo que quiere más que a nada- Sus lágrimas volvieron a brotar y la cara de Ed se transformaba, no lo creía. No podía aunque quisiera.
-¿Qué? No, no lo siento, pero eso no se finge Carol, yo no…- Ella lo interrumpió.
-Por favor, Edward te lo suplico. Ve ayúdala a ordenar sus cosas y… hazla sentir tan especial como lo hiciste con migo desde que nacimos- No podía dejar de llorar, ella solo deseaba que aceptara y que se fuera antes de que ella se arrepintiera de o que acababa de decir.
-Sí es lo que quieres con el corazón, lo are porque yo nunca falto a mis palabras, pero quiero que sepas que yo no estoy ni estaré enamorado de Geni ¿Te quedo claro Carol?- Sus palabras le dolían, pero si no era tan claro, ella, la mujer que amaba con su alma jamás creería semejante mentira, la conocía desde que estaban en el vientre de su madre.
-Gracias- Exclama ella abrazándolo con fuerza.
Él la besa y se va. No quería tener que ver el rostro de Carol porque sabía que a ella le dolía porque tal vez y solo tal vez se había dado cuenta de lo que el sentía por Geni. No era amor, pero tampoco era un cariño de amigos.
Camino por los pasillos de la casa, con el corazón latiéndole a mil por hora con miles de palabras que le gustaría decirle, hasta llegar a la habitación que le habían dado a Geni. Cuando llego en frente de la puerta se frenó de golpe y suspiro los nervios se lo comían, como las pirañas a la presa más indefensa. En su mente se repetía que solo sería una vez, solo una vez y que jamás tendría una oportunidad como aquella.
Toco a la puerta y dijo:
-Con permiso- Al oír la aceptación de ella entro con cuidado.
-¿Qué sucede, Ed?- Dijo ella algo nerviosa, el jamás entraba a su habitación.
-Solo quería decirte que te voy a extrañar mucho y…- Se aclaró la garganta él también estaba nervioso-Decirte que contare los días hasta que vuelvas, mi querida Geni- Se acercó a ella al verla llorar, sabía que eran de felicidad, pero también sabía que eran de tristeza porque ella adoraba a Carol. Él también lloro.
-¿Qué sucede, por qué me dices todo esto?- Sentía como la cubrían sus brazos y se perdía en la inmensidad del cuerpo de Edward.
-Te deseo, Geni, pero sé que debes irte para poder olvidarme y yo también te olvidare te lo prometo, pero antes sin que nadie lo sepa entrégame tu cuerpo y cuidare este momento en mis pensamientos- El abrazo era cada vez más fuerte haciendo que sus cuerpos se fundieran.
-Te amo- Dijo Geni entre sollozos. Entonces él la alzo en sus brazos, para que dar al mismo nivel y la besó.
Cayeron en la cama, como si fueran un par de plumas. Edward comenzó por besar su cuerpo, con una dulzura que ni Carol conocía porque aunque él no lo viera así, el amor que sentía por Genevieve era más fuerte, era más puro.
Carol lloró en silenció ya que comenzó a escuchar algo que ni en sus propios sueños hubiera imaginado. Sentir que Edward poseía a otra mujer que no fuera ella le dolía, aunque fuera su amada Geni, le dolía.
Geni sentía que un sueño se había realizado y que a partir de ahora todo sería diferente, pero la verdad (que ella no sabía) era que todo eso no llegaría más lejos, que igual ella debía irse para olvidarlo, que él jamás dejaría a Carol y que ese sueño que ahora se cumplía, más tarde volvería a ser solo un sueño.
Edward miró a Geni a los ojos, reposó su frente sobre la de ella y (aun con los ojos llenos de lágrimas) dijo con una voz triste y sincera:
-Siento haberte enamorado, siento no poder corresponderte como desearías y sobre todo siento que en este momento yo sea tu primera vez-
Y Carol sintió un gritó apasionado que provenía de Geni. Lloro aún más fuerte echándose sobre su trono.

Edward la abrazó y reposó su cabeza en la espalda de Geni.
-Sos hermosa, ojala fueras toda mía- Dijo algo triste.
-No, no me digas esas cosas, Ed- Dijo Geni sonrojada.
-¿Por qué? Sí es verdad- Ed se acurruco en las sabanas, abrazándola más aún.
-Supongo que me da vergüenza, hace mucho que nadie me lo decía- Su voz sonó triste.
-¿Tú padre, te lo decía mucho?- La voz de Ed sonaba como la de un niño y apenas se escuchaba, pero Geni lo escuchaba y era lo único que ella necesitaba (escucharlo).
-Sí, él me quería mucho- Geni miró a la nada y sus ojos reflejaron melancolía.
-Yo le prometí que te cuidaría…- La voz de él continuaba aniñada, pero el corazón de Geni se había paralizado por unos minutos. Ella se dio vuelta y lo abrazo. Él rio.
-Eres muy dulce, Geni- Al sentir el cuerpo de Geni, recordó a Carol y en su corazón una gran rabia surgió.
Ella sin pensar exclamó en voz baja:
-Podríamos irnos juntos, pero…- Sin embargo callo en la cuenta de que Carol aún existía-Mejor olvídalo yo no te separare de Carol y tus…- No podía decirlo esa palabra la hería de una manera inimaginable y hacia que todos sus sueños no tuvieran sentido. Comenzó a llorar.
-Por favor, no llores esto no es culpa tuya, es mía toda mía- Dijo él con una tristeza que no pudo ocultar su rabia.
-Eres perfecto- Sonrió con una felicidad inmensa-Adiós- Dijo ella con tristeza y se levantó.
-¿Qué haces? No te vallas, no aun- Y saltó de la cama para abrazarla.
-Basta, sino, no me podre ir- Dijo Geni entre risas, pero ambos sabían que estaban tristes.
-Te amo, mi bella Geni- Besó, Ed, la cabeza de ella y se apartó para vestirse- Me gustaría mucho irme contigo…- Él continuó cambiándose, pero ella se volteó para verlo. Estaba paralizada y no podía creer ni una de sus palabras, entonces se dio cuenta de que todo, lo que había sucedido era porque así lo había querido Carol. Un fuerte dolor en el pecho la sucumbió.
Termino de cambiarse y se sentó en la cama.
-Ven, conmigo- Dijo seria, pero solo lo hacía para saber que se escondía detrás de esas palabras.
Él la miró atónito, sin embargo enseguida se relajó ya que se había dado cuenta de la que ella suponía.
-Geni… si no te amara, no importa cuánto me lo pidiera mi reina, jamás hubiera venido- Su cara, seria, paralizó el ambiente. Se odiaba cuando decía ese tipo de cosas con ese tono tan frio, pero ella le había tocado un punto delicado, de su corazón.
-¿Entonces, a ella, no la amas?- Geni, algo molesta, preguntó. No se entendía ¿Por qué lo trataba de esa forma? Sí él no había hecho nada.
-Ella es mi hermana… y sí la amo, nacimos para estar juntos como pareja, como ha sido con todos nuestros ancestros y yo no voy a romper esa tradición…- Su voz sonaba cada vez más dura y Geni, sorprendida, comenzó a llorar y gritó:
-¡Lo sé, pero por favor no me lo recuerdes! ¡No generes en mí esta gran culpa!- El dolor la consumía y todo lo que pudiera decir a partir de ese momento serian plegarias. Edward dijo:
-Tú…-
-¡Ya basta!- Pero un grito ajeno a la conversación hiso que ambos voltearan hacia la puerta.
-Carol…- Susurro la adoración de los hermanos.
-¿Por qué se hacen esto? ¿Qué, acaso son tontos? No ven que estaban muy felices y por mí lo arruinan todo- Aunque ni ella misma abalaba sus palabras, Carol, dijo furiosa.
-Carol…- Volvió a susurrar Geni-Son tan buenos…- Y comenzó a llorar- Tengo que irme, antes de que siga lastimándolos- Tomó sus cosas y corrió, lo más fuerte que pudo, alejándose de todos aquellos a quien podía lastimar.
Llegó a una gran puerta, por la cual solo podían pasar, libremente, los mestizos que significa que tienen dos almas. Se paró en seco y con unas ganas inmensas de mirar atrás (que reprimió) gritó:
-¡Abran la puerta, soy un mestizo!- Unos segundos después la puerta comenzó a abrirse. Sintió el corazón en la garganta y que las manos le temblaban cuando a sus espaldas escucho la voz de Edward que gritaba:
-¡Espera Geni, quiero ir contigo por favor!- Pero ella hiso oídos sordos y cruzo la puerta, que inmediatamente se cerró. Ella se volteó porque del otro lado pudo escuchar los gritos desesperados de Él. Exhalo profundo para poder gritarle, con una voz triste, pero decidida:
-¡Te lo prometo Edward, voy a olvidarte!- Y como no tenía fuerzas para escuchar la respuesta de su amado miró hacia delante y caminó por el oscuro bosque.

Luego de una larga caminata llegó al límite de los mundos. Vio la escalera que se sumergía en el lago, rojo como la sangre, luego miró hacia atrás y recordó sus gritos desesperados, aquellos que le generaban unas ganas inmensas de regresar, pero ya no podía. Volvió a mirar las escaleras y bajó.
Al sumergirse en el lago, en el cual extrañamente pudo respirar, siguió un corto camino hasta un espejo y cuando lo atravesó, una luz muy brillante la durmió.
Se despertó por la desesperación del estarce ahogando, de repente alguien se sumergió y la tomo de la cintura para ayudarla a subir.
La recostó en el césped y se acercó a sus labios…
-¿Qué haces?- Dijo Geni corriéndolo con fuerza.
-Discúlpame, no es lo que piensas, yo solo quería ayudarte- Retrocedió algo asustado. Ella se sentó, acomodándose en el césped, y lo miró con atención. Los ojos marrones que tenía el chico atrajeron la atención de Geni. Él se sonrojo y ella se paró.
-Gracias- Dijo la pequeña morocha, con un tono dulce aunque algo cortante, mientras se sacudía.
-No, no tienes porque, fue un placer. Soy… Christopher- Su voz temblaba, con cada palabra. Estaba nervioso por la belleza que poseía, una belleza que lo hiso dudar.
-Me debó marchar ya, adiós- Ella buscó sus cosas, pero no las encontró por eso supuso que habían quedado en el lago, aunque no le importó. Ya que, para que quería ella toda esa ropa, si empezaría una vida lejos de ellos debía olvidar todo, incluyendo lo que usaba. Con ojos melancólicos di media vuelta y comenzó a caminar.
-¡Espera!- Gritó el chico desesperado-¡No te vayas!- Por un momento Geni creyó que era Edward, pero al darse vuelta vio que solo era Christopher.
-¿Qué pasa?- Ella ya no podía disimular su dolor y su voz lo reflejaba.
-¿Te sentís bien?- Pregunta él realmente preocupado, aunque seguía desconfiando.
-Sí, no… no lo sé, creo- Algo en su corazón se rompió en ese momento y se dejó caer en el césped, llorando-¡No es justó!- Gritó ahogada en lágrimas.
-¿Qué pasa?- Dijo él acercándose a ella con cautela.
-¡Estoy muy triste!- Y lo abrazó de golpe ya que necesitaba que alguien lo hiciera.
-¿Qui- quién eres?- Sus nervios había aumentado de una forma increíble, hasta llegó a sentir miedo de aquella criatura tan hermosa, pero su rostro pálido se había puesto rojo. Ella al escuchar su voz retrocedió y aun con los ojos húmedos dijo triste:
-Me llamó Genevieve y soy…- Él cortó sus palabras.
-Un demonio- Sus ojos marrones perdieron ese brillo tan cálido y se volvieron vacíos. Geni por primera vez sintió mucho miedo.
-Yo, yo no voy a molestarte solo quiero, ser feliz- Escondió su cabeza entre sus rodillas y comenzó a llorar nuevamente-Perdón, perdón, perdón-
Él estaba más que confundido los demonios no solían ser de esa forma ¿Qué demonio no te mataba en la primera oportunidad? Ella era muy especial, le causaba una ternura inmensa. Tenía unas ganas enormes de protegerla, era tan chiquita y perecía tan frágil. La abrazó porque había algo que le decía que ella no lo dañaría.
Unos minutos después Geni levantó la cabeza y se encontró con el rostro de Chris. Tenía los ojos serrados y parecía distraído por que no notó el movimiento de ella. Sus rostros estaban terriblemente cerca, pero a la pequeña no le importó porque aquel chico pálido, con pelo negro como la noche y ojos marrones radiantes le había devuelto la paz que le daba su padre. Y sin poder detenerse lo besó, no sabía la razón, pero quería hacerlo.
Él, al sentir el rose en sus labios, abrió los ojos. Estaba atónito ya que él  jamás se hubiera imaginado algo así. Se dejó llevar y serró los ojos ya que aunque no lo deseara podía ser que lo quería.
-Perdón- Dijo ella alejándose apanada ¿Qué estaba pensando? Ella sabía que no estaba bien querer sustituir a Edward con alguien más y menos con alguien como él.
-Tranquila, yo también te lo habría dado- Dijo sonrojado, pero con una calma especial.
-Es la primera vez que conozco a alguien como tú- Dijo Geni con una voz tan sincera y dulce que provocó que a Chris el corazón le latiera muy fuerte.
-No pareces un demonio- Dijo mirándola con atención-Tal vez si tu belleza, pero tu forma de ser…- Geni interrumpe diciendo:
-Es porque soy mestiza-
-¿Qué?- Chris sabía mucho sobre demonios, pero jamás había oído ese término.
-Lo soy porque mi madre era humana y mi padre un demonio- Dijo acompañando las palabras con gestos. No le gustaba hablar de su familia, pero…
-Entonces ¿Tendrías los poderes de un demonio?- Parecía un niño al hablar era tierno. Ella rio.
-No, es cuando el cuerpo alberga dos almas. Cada una corresponde a lo que eres, si solo eres un humano, solo será un alma- Dijo Geni entre risas.
-Asombroso- Chris se paró y extendió su mano a Geni-Quedate conmigo, yo te cuidare- Le sonrió de una manera que provocó que ella no le tuviera miedo a nada. Él la hacía fuerte, muy fuerte.
-Claro- Tomó la mano de Chris. Se levantó de un saltó, entonces notó que él era solo un poco más alto que ella. Sonrió.
Caminaron hasta una gran casona muy extravagante.
-¿Aquí vives?- Ella estaba maravillada. Ni siquiera la mansión de Carol y Ed… Suspiró con tristeza.
-Sí, es que yo soy…- De repente una chica rubia salió de la casona gritando:
-¡Christopher!- Pero se paró en seco al ver a Geni-¿Quién es ella, Christopher?- Su voz ya no sonaba alegre, parecía enojada.
-Hola, Candy- Ahora él parecía enojado.
-Siempre lo mismo, Christopher…- Furiosa empujó a ambos para pasar.
-No le prestes atención, siempre es igual- Su forma despectiva de hablar de esa chica le daba un aspecto raro. Entraron en la gran casona.
-¿Quién es?- Preguntó ella.
-Es… mi prometida- Su voz seguía con ese tono despectivo.
-¿Tú que…?- Se sentía traicionada, dolida. Veía como la felicidad que antes se le había sido otorgada, se escapaba de sus manos. Soltó la mano de Christopher con un dolor que solo ella sintió.
-No, por favor no pienses nada malo, estoy obligado a casarme con ella. Yo… creo que te amo, Geni- Dijo tomando la mano, rápidamente, de Genevieve con fuerza.
Geni sonrió y lo abrazo.

10 meses después
== -Ya es hora- Dijo Chris corriendo hacia la puerta.
-¡Espérame, no corras!- Grita entre risas Geni.
Él se detiene de golpe furioso ante la situación, Geni choca con Chris.
-¿Qué sucede, Chris?- Preguntó ella confundida. Se asomó para ver que ocurría. Su rostro se desfiguro. La azotaron un sinfín de sentimientos, miedo, odio, frustración, tristeza, soledad, dolor y mucha más. No podía créelo, todo se desmoronaba en un día tan especial.  Se acordaba, ella lo había prometido, pero no le creyó y ahora se arrepentía…==
 Recodo lo de esa mañana. 
Su pelo había sido cortado y ahora colgada se una cruz lloró. Miles de rostros la observaban con odio, con miedo, pero ella solo  lo miraba a él, quien no podía dejar tironear ya que lo sujetaban. Había quedado muda de gritar y el miedo que recorría su cuerpo la paralizaba.
Le parecía tan injusto, tan malvado. Le dolía tanto…
== -Mira, Geni es una mariposa Monarca- ==
Recordar aquellos días le daba un poco de felicidad ante la situación. Mirarlo también la calmaba, pero igual tenía temor, no quería morir…
== -No puedes morir ¿Verdad?- Pregunto él angustiado, pero su pregunta había sido tan espontanea que la sorprendió.
-Sí puedo, pero solo mi alma humana moriría. Y mi cuerpo y el alma demoniaca seguirían viviendo- Explico como si fuera una maestra.
-Pero tú… Mi Geni ¿Ella moriría?- Ambos sintieron el peso de las palabras y se entristecieron, aun no sabían lo que les esperaba, pero el solo hecho de pensarlo… Era horrible.
-No lo sé…- Eso fue lo que más entristeció. ==
Ya estaba todo listo en unos pocos minutos Geni ardería como las llamas del “Abismo”. En solo un momento todo, absolutamente todo dejaría de existir. Su amor, el tiempo que pasaron juntos, esa noche…
== -¡Chis!- Gritó ella por la excitación.
Todo le daba vueltas de una forma maravillosa y él más feliz que nunca la mimaba para que se sintiera especial.
Sus dedos se entre lazaron, sus respiraciones sonaba al unísono y su aliento empañaban los ventanales de la habitación. Con cada rose, cada caricia, cada beso ellos eran cada vez más felices.
Él acaricio su pelo y la miró maravillado.
-Te amo- Dijo contento- Te amo, como nadie más-
-¿Y cómo lo sabes?- Pregunto ella algo resentida por los “Te amo” de Edward.
-No lo sé, solo siento. Al necesitarte, al verte, besarte. Siento que estoy en el cielo y no hay nada mejor… que tú- A ambos los inundo una felicidad inexplicable.
-¡Yo también te amo, Chris y mucho!- Grito ella abrazándolo. ==
Había llegado el momento, el fuego comenzó a arder. Chris enfurecido golpeó a sus opresores y corrió hacia Geni, pero una daga se asomó por su pecho. Frenó, en seco, no pido respirar ni una vez, todo pasó por su cabeza, pero agradeció, que ella era lo último que había visto. Sus ojos lleno de lágrimas, sus labios gritando por él, su cuerpo tan pequeño y delicado. Y pensó: *Jamás puede protegerte ni siquiera en un momento así*.
-Perdón- Dejo escapar de sus labios, sin aliento, solo esa palabra y luego… murió.
-¡No!- Gritó Geni con la poca voz que le quedaba, al verlo caer.
Enseguida un millón de guardias apresaron a Candy, ella esbozó una sonrisa.
-¡Hicimos siempre todo mal, aquí esta nuestro castigo! ¡Perdóname Geni, pero si yo no lo tenía, nadie más lo haría!- Candy gritó, justo antes de clavarse la misma daga en el pecho, acabando así también, con su vida.
Las llamas alcanzaron sus pies haciendo que se retorciera del dolor.
== -¡Ella es una bruja, una asquerosa bruja!- Gritó Candy, logrando que todos los policías que estaba con ella se abalanzaran sobre Geni.
-¿Qué haces Candy?- ==
Rápidamente el fuego cubrió su cuerpo. A la vista de los demás  era un cuerpo obscuro rodeado por un manto rojo, pero ella no podía dejar de sentir como cada parte de su cuerpo se desasía. Llegó un momento en el que el dolor había desaparecido porque ya no sentía nada. Podía ver a los demás entre las llamas, pero solo eso.

 El fuego comenzó a consumir lo que quedaba. Un montón de restos hechos una pequeña lomada. La gente, aburrida, comenzó a irse, pero de repente un par de alas negras se asomaron y al agitarse apagaron el fuego. De las cenizas unos ojos rojos se asomaron, seguidos por la silueta del cuerpo pequeño de Geni. Todos comenzaron a gritar y correr, pero muy pronto se callaron todos ya que Genevieve no tenía más paciencia.


Espero que la ayas disfrutado mañana: "Teniente Benjamin"
Te amo!!
MIO

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