Lo mejor del mundo

domingo, 31 de marzo de 2013

Dieciocho, dieciocho, DIECIOCHO!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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Amarillos como el sol (Diciembre de 1983)
Historia de Samanta
Había visto al pasar varias veces a un chico con los ojos tan amarillos como el sol podía serlo, sus cabellos eran negros y tenía una sonrisa oculta en la comisura del labio. Ella lo notaba, a ella le encantaba lo misterioso de aquel chico que nunca sonreía para los demás solo para él mismo y para ella que lo notaba.
Estaban cerca de navidad y como organizaban una fiesta para todos esa sería su oportunidad para hablarle.
 Para su edad era extraño que un chico le atraviese de esa forma, sobre todo alguien como él. Según sus compañeras de cuarto los chicos eran tontos, pero luego se contradecían al fijarse en Joshua. El chico más arrogante, tonto y malo de todos. Sam era rara según sus mismos ojos y por ende sentía una atracción enorme hacía lo desconocido maravilloso. Cada vez que lo veía, su vida pasaba frente de sus ojos tenía esa sensación de desfallecer, pero luego alguien la distraía y volvía a esa realidad horrible en las que sus tías la habían puesto.
Era de mañana y todos se dirigían al comedor para desayunar.
Sam corría entre la gente, era viernes eso significaba que servían la comida preferida de ella, chocolate caliente y medialunas con almíbar. Quería llegar a las primeras, las calientes.
Estaba a punto de llegar cuando chocó contra alguien.
-Lo siento tanto por favor perdóneme- Dijo apresurada y se fue sin escuchar realmente quería desayunar.
-No hay problema- Dijo a la nada, el chico, con una voz sería.
Con la felicidad de haber llegado a las medialunas calientes y al chocolate más espeso, se sentó en una mesa alejada del resto, pero cerca de la ventana que tenía la mejor vista. Era la primera vez que podía sentarse en ese lugar, dormía tanto que nunca llegaba a los mejores lugares.
Mientras disfrutaba su desayuno escuchó una voz ajena a sus pensamientos, pero no se molestó en levantar la vista para verlo.
-Disculpe- Sam lo comparo con la voz de una muerto-¿Puedo sentarme con usted?- Maldijo en su interior quería estar sola. Tal vez si fuera ese chico, solo tal vez en esas circunstancias se llenaría de alegría.
-Adelante- Dijo sin mirarlo, si no lo hacía tal vez podía olvidar su presencia. Sí no hablaba, pero no parecía ser un chico hablador.
-Gracias- Esa fueron sus últimas palabras porque una vez se sentó no hablaron más.
Él termino mucho antes, al hacerlo se fue.
La semana fue una locura, cosa que no hacía feliz a Sam. El tema de navidad siempre era una locura todos estaba locos preparando el lugar, las chicas cosían sus vestidos con las telas que traían las monjas, los chicos buscaba su traje entre la ropa de caridad.
Y Sam solo se dedicó a preparar el momento en que le hablaría, pero no quería arreglarse de ninguna forma en especial. Eso sí quería saber exactamente que diría.
El viernes otra vez corrió para poder llagar a sus medialunas. Cuando por fin las tuvo observo el lugar quería encontrarlo y hablar con él, pero no lo vio.
Pudo volver a sentarse en ese lugar tan lindo cerca de la ventana, pero extrañamente aquel chico no apareció.
Era ya la noche y no había podido encontrar a ese tan lindo chico de pelo azabache y ojos amarillos. Frustrada consigo misma salió al patio excluyéndose de las personas que no le importaban.
Se sentó en los columpios y miro la luna que estaba tan hermosa como la última noche que sus padres le dijeron algo. Escuchó pasos, pero no se molestó en preguntar, aunque esa voz de la otra vez si lo hiso.
-¿Puedo sentarme junto a ti?- Le disgustaba esa voz ¿Por qué era esa voz y no otra? ¿Tanto le costaba a dios mandarle a su chico ideal?
-Adelante- No pudo ocultar su enojo.
Oyó como se sentaba, suspiró. Él volvió a hablar.
-¿Cuál es tu nombre?- Preguntó con esa voz tan peculiarmente seria.
-Samanta…- Lo dudo no quería saberlo, pero le había enseñado a ser cortes-¿El tuyo?- Dijo al fin con mala gana.
-Alex…- Pensó por unos minutos-Alexander- Exclamó finalmente. Fue cuando ella notó en su voz algo de nervios.
No puede ser cierto, pensó. Era una broma jugada por los dioses.
-¿Por qué no estás en la fiesta?- Preguntó, más por decir indirectamente que se fuera, que por que realmente quería saber.
-Te… buscaba- Contestó. La cara de Sam se desfiguró.
Lo miró porque pretendía deshacerse de él.
-¿Qué…?- Quiso hablar, pero al verlo mejor quiso llorar y pedir disculpas un millón de veces. Sin notarlo de quedo boquiabierta, era él. El chico de ojos amarillos.
-¿Estas bien?-Preguntó asustado.
Se quedó mirándolo por unos segundos, las damas de blanco estaban frente a sus ojos. Estaba tan feliz, volvió a escucharlo y dijo:
-Perdón. Yo también te buscaba- Confesó sin poder retenerse.
-¿Y… por qué me buscabas?- Preguntó feliz y ella sintió ver que sonreía.
-Porque… quería decirte que me… acompañaras esta noche- Su voz temblaba.
-¿Entonces estas contenta?- Se acercó a ella sin pensarlo.
-Sí, mucho- Al notar que cada vez se acercaba más suplicó, aunque no era necesario-Bésame Alex-
Y para ambos fue su primer beso, ya que él no lo pensó dos veces.

Espero que te allá gustado.
Mañana: "Un Corazón"
Te amo mucho!!!
Mio

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